jueves, 8 de noviembre de 2018

MENSAJE DE SMC D CARLOS JAVIER I A LOS CARLISTAS CON MOTIVO DEL PATRÓN DE LA DINASTÍA LEGÍTIMA

Buenos días a vosotros, carlistas.

Es una alegría de verdad para mi familia y para mí encontrarme hoy aquí en Madrid con todos vosotros. Es importante reunirse para intercambiar ideas y trabajar juntos por lo que vale la pena. Todo lo que hoy se ha dicho aquí vale la pena.

A nosotros lo que nos une es el carlismo. El carlismo entendido como un proyecto político y social que lleva luchando más de 185 años como se ha conmemorado recientemente.

¿Y porqué luchamos? Se preguntarán algunos. Pues se lucha por lo más importante. La Dignidad, los Derechos y las Libertades de las personas. Frente a un mundo que sólo mira al consumo y a lo instantáneo, el carlismo sitúa a la persona y a su dignidad en el centro de todo el debate. Por ello nos encontrarán siempre apoyando toda causa justa que defienda a la persona desde su inicio hasta el final.

Es más, históricamente los carlistas nos enfrentamos a todo tipo de totalitarismos. Lo hicimos en el pasado y lo volveremos a hacer si se presenta la ocasión, como lo hizo D Javier y mi padre. El carlismo, desde sus orígenes, se ha enfrentado a todo tipo de descartes. Defendió a las causas populares frente al liberalismo, que hoy podríamos considerarlo frente al capitalismo, así como contra el populismo neoliberal. Defendamos la economía social del mercado.

Siguiendo el consejo del Papa Francisco defendemos igualmente la dignidad de todas las personas frente a la cultura permanente del descarte, entendiéndose por tal como una cultura de la exclusión de todo aquel que no esté en capacidad de producir según los términos que el liberalismo económico exacerbado ha instaurado, y que excluye desde los animales a los seres humanos, e incluso al mismo Dios.

Cada uno en su puesto, con seriedad y haciendo bien las cosas, los carlistas estamos llamados a hacer política realista. A convencer al vecino de al lado para que se involucre en el bien común. A devolver a su sitio la política, que debe ser tarea de servicio y no de enriquecimiento personal.

El carlismo bebe de una tradición centenaria, pero adaptándose a las circunstancias del momento. La respuesta a los problemas de hoy no viven en el pasado, sino que aprende de su larga experiencia para afrontar el futuro y por eso no podemos permitirnos vivir del pasado, aunque haya que escribirlo, para guardar esa experiencia. No podemos permitirnos vivir del pasado, ya sea de hace 30 años o de 70 años. El carlismo debe vivirse y trabajarse en el S XXI para el S XXI. El carlismo es patrimonio de todos los españoles. Forma parte de nuestro patrimonio común. No puede dejar sacar a debate circunstancias que se viven en nuestro país, que veo y analizo desde Europa donde me retienen mis obligaciones personales, por el momento.

Ante estas situaciones tenemos que tener en cuenta que nuestra propuesta se basa en conceptos que desde hace 185 años el carlismo ha ido señalando y adecuando a los tiempos. Son ideas capaces de dar una solución satisfactoria a idea de Las Españas. Estas ideas son un corpus que fijan la vigencia de las raíces y los valores frente a los vientos del presente. Recaer en la mentalidad centralizadora es levantar muros que impiden alcanzar el proyecto carlista de Las Españas. Por su oportunidad quiero referirme a los conceptos que marcó mi padre, Carlos Hugo, siguiendo la tradición ideológica de su padre, D Javier, y éste de sus predecesores, y que pueden dar soluciones a tres problemas actuales.

1.- El Estado no es la fuente jurídica del poder, tan sólo el instrumento ejecutivo de la voluntad popular. Por lo tanto la fuente del poder jurídico es el pueblo.

2.- El gobierno no puede ni debería pretender ser quien concede la libertad o libertades del pueblo. La libertad la tiene el pueblo por sí mismo al estar formado por personas. Por esta razón el gobierno se debe al pueblo que representa.

3.- El gobierno no es competente para conceder a las comunidades históricas territoriales el derecho a su existencia, ya que estos derechos son anteriores al Estado y deben ser defendidos por el gobierno igual que las otras concreciones del derecho humano. En los derechos históricos radica uno de los núcleos de la cuestión. La sola mención de dichos derechos de una comunidad territorial es una blasfemia para todos aquellos que comparten una visión unitarista del Estado. Esta posición unitarista sería análoga a la que considera que españoles, franceses o alemanes existen como tales porque el gobierno europeo les otorga el derecho de disfrutar estas nacionalidades. El autogobierno de las comunidades territoriales en sus diferentes formas no tiene porqué representar la fragmentación del Estado, en absoluto. Al igual que no lo significan los partidos políticos opuestos, o los diferentes sindicatos obreros y federaciones empresariales, etc ….

Todas estas realidades cohesionan un país, sencillamente porque ayudan a resolver conflictos normales en una sociedad mediante el recurso al diálogo, no por la fuerza, y se puede considerar que es un excelente instrumento de reconocimiento mutuo de diversidades, de concordia y de solidaridad.

Lo anteriormente expuesto significa más democracia, más participación del ciudadano, más responsabilidad del pueblo. Por contrario, el hecho de negar la existencia de estas realidades históricas, políticas y sociales, nos llevará al intento de división del país. A no ver reflejado en el gobierno del mismo las inquietudes y necesidades de toda índole.

Así pues la solución hay que buscarla en la Monarquía Federativa, como lo fue a lo largo de la historia y en el principio de Subsidiariedad, el cual promueve una construcción de la sociedad de abajo hacia arriba, y por tanto una auténtica autonomía a los niveles más bajos. No vale una reproducción del mismo Estado liberal en cada región histórica, y en lo que hoy son las comunidades autónomas, sino también una descentralización hacia las comarcas, los municipios, los grupos sociales, en cada uno de los territorios de Las Españas, porque cuánto más cercana es la política al hombre, más doméstica, es más efectiva.

Además se frenaría el anhelo secesionista, rupturista, o como se quiera llamar, que en el modelo del Estado liberal federal alentaría. Así pues sería deseable una función del Estado que facilitara la iniciativa y no la agobiara con el exceso de impuestos de manera que dejase de ser un Estado provisor, para convertirse en un Estado asistencial, quitando así la responsabilidad que debe asumir la propia sociedad. Es, en definitiva, Más sociedad, Menos Estado.

Amigos, permitidme que me salga unos breves momentos de la situación española y me dirija a nuestros espacios naturales de convivencia: Hispanoamérica y Europa.

Hispanoamérica. Como todos sabemos, nuestro modo de vida, tradición, lengua, etc ... abarca más que la Península Ibérica. Es decir, no somos un pueblo que se circunscribe únicamente a la Península, sino que somos hermanos, hermanos de sangre, de fe, de tradición, de idioma, de otros 20 países, con los que compartimos siglos de historia común. De todos ellos debemos aprender y trabajando de tú a tú, uniendo nuestros lazos de historia hacia un futuro que puede y debe escribirse en español.

Tenemos mucho que aprender unos de otros y debemos saltar el espacio físico que nos separa para seguir innovando, fomentando los proyectos de colaboración mutua. De estos temas mi hermano Jaime os puede contar muchísimas cosas.

Europa. ¿Qué decir del proyecto europeo en este momento?

Lo primero es que no nos gusta. Es una respuesta fácil que no aporta nada, como quejarse.

En segundo lugar, no responde a los fines que perseguían los fundadores. Todos lo sabemos, pero esta respuesta igualmente no aporta nada.

En tercer lugar, es un proyecto necesario. Sí, pero un proyecto que en primer lugar respete las raíces cristianas, porque sin ellas Europa no es posible, sus propias raíces. Y partiendo de las mismas raíces podremos trabajar en la construcción de una Europa de servicio a los pueblos, en una Europa volcada en los Estados del Bienestar, en definitiva, en una Europa al servicio de los hombres que la integran. Que ocupe su lugar en la geopolítica mundial. Que devuelva al segundo y tercer mundo parte de sus ganancias colaborando en el desarrollo de todos los países y los pueblos. No podemos negar que formamos parte de la aldea global.

En cuarto lugar, el modelo de gobierno europeo no puede abolir la existencia de las naciones europeas, por la sencilla razón que fueron ellas las que lo crearon, siendo impensable que este gobierno les niegue el derecho a existir. Por consiguiente deberá aceptar sus derechos de la misma manera que en la antigua Monarquía Española y en otras monarquías europeas, el Rey era el garante y el defensor de los derechos de las naciones que se habían unido, compartiendo el gobierno.

Y finalmente, la sostenibilidad. Me habéis oído hablar bastante sobre este tema en el pasado. Hay, sin embargo, una tendencia aún que niega la realidad del cambio climático, del problema que tenemos mundialmente. Nos dicen algunos, como si esta amenaza fuera una obsesión maligna que se ha apoderado de una pequeña minoría obsesionada por el temor de los nuevos tiempos. Ante esta situación os invito a reflexionar. También sobre lo que representan estos tres conceptos: Ecología, Economía Circular, y Contaminación, y las consecuencias de no tenerlas en cuenta.

De ahí nace la gran importancia que atribuimos a las conductas solidarias. Pero defender la solidaridad no es afirmar que los poderes públicos deben todos los problemas. Eso sería recaer en el absolutismo que nosotros hemos combatido siempre. Pero la limitación del Estado que nosotros defendemos no debe suponer que la gestión del bien común recaiga exclusivamente en los individuos.

Amigos, como conclusión, hoy estamos aquí para demostrar otra vez más que existe una alternativa al sistema actual español. Y análogamente al europeo. Una alternativa que bebe de una tradición de más de 185 años de historia, que sigue viva, y lo más importante, que al formar parte del patrimonio de todos los españoles, está en vuestras y nuestras manos para ponerla en práctica.

Muchas gracias por vuestra asistencia a los actos de hoy y por vuestro compromiso con nuestra sociedad. Gracias.

1 comentario:

  1. Esta familia no son más que agentes de la usurpación, ya Javier se apoderó de una herencia que se le confío como albacea, puso en peligro la neutralidad de los españoles actuando como maqui comunista frances, intento vendernos a Juan de la usurpación, hasta que viendo la ambición de su hijo Carlos Hugo la apoyo, hasta con el pacto de este con los peores enemigos del Carlismo, su otro hijo Sixto trabajando para las cloacas del sistema, y finalmente los dos hermanos mancharon de sangre la Montaña sagrada de Montejurra. Carlos Javier ahora, banquero usurero, no es más que una marioneta europeísta y globalista del sistema; emite cantos de sirena pero no presenta ningún pleito a la usurpación de quien es agente.
    Muerto Alfonso Carlos I sin sucesión, según la Ley Sucesoria Semisalica Española, la herencia sucesoria recae en los sucesores varones, hijos, nietos y bisnietos de Doña Blanca de Borbón.
    Religión, Patria, Fueros y Rey Legítimo.
    Viva SMC Domingo I!.

    ResponderEliminar