domingo, 16 de octubre de 2016

Jornada Real en Barcelona



Es el sábado, 8 de Octubre de 2016.

Amanece en el centro de Barcelona. El habitual frenesí de la ciudad se desarrolla con normalidad entorno a la Plaça de Catalunya. En la modernísima, estrambótica y cosmopolita Barcelona del S. XXI no parece posible que una nota de color discordante con el entorno resulte llamativa, puesto que es de hecho la seña de identidad de las metrópolis de la actualidad.

Aquél día sin embargo, esas notas discordantes alcanzaron a componer una gran sinfonía de fraternidad y dulce sensación popular: S. A. R. el Príncipe de Asturias Don Carlos Enrique de Borbón Parma, era presentado al pueblo carlista (y por ende, al pueblo español) como heredero de la Dinastía Legítima, lo que ocasionó que alrededor de 300 boinas rojas se congregaran entorno al Monasterio de Santa Ana, sede de la Orden del Santo Sepulcro, sito en pleno centro de Barcelona,



La expectación provocada por tan llamativa visión entorno a los accesos exteriores al templo desde la céntrica Plaça de Catalunya extendió sin lugar a dudas el efecto visual del acontecimiento, ya que numerosos transeúntes, tanto españoles como extranjeros se interesaron por tamaña congregación y su causa, acercándose a inquirir sobre qué puede congregar a tantas personas con un tocado tan uniforme y, al mismo tiempo, tan cargado de personalidad individual en cada uno de sus portadores.



Hacia las 12:00 y con una discreción, tal vez programada y muy cuidada por los organizadores, hizo su entrada en el recinto del templo un voluminoso turismo, escoltado por una dotación de recios guardias con trajes oscuros y boina negra, del cual se bajaron S. M. C. Don Carlos Javier y Doña Ana María de Borbón Parma, acompañados de S. A. R. Doña María Teresa de Borbón Parma y más escoltas que custodiaban la seguridad de los miembros de la Familia Real.

Portaban consigo al Príncipe Carlos Enrique, de seis meses de edad, causa y protagonista de las actividades programadas para ese día.

Acompañados de su “guardia pretoriana”, la otra indiscutible compañía de los Reyes hacia las puertas del templo y durante su paso por el claustro, fue el incesante bombardeo de flashes de periodistas, españoles y extranjeros, que se agolpaban por obtener la mejor instantánea del Príncipe arropado por sus padres. La tríada Real, que había congregado a cientos de monárquicos en la Barcelona de Colau. La sucesión, la garantía de continuidad de una leyenda viva, que por más de 200 años a lo largo de tres siglos es foco de resistencia de un pueblo que se resiste a morir, acaso creciéndose a cada embite que recibe de sus todopoderosos detractores.


Tras la insigne entrada de los presentes miembros de la Familia Real en el Templo, dio comienzo la celebración eucarística, oficiada por tres sacerdotes de herencia familiar carlista, en un acto cargado de emotividad familiar y fervor religioso, como es precepto tradicional en la Monarquía Hispánica, de cuya legitimidad es el jefe de la casa de Borbón-Parma el único depositario.

Al término de la misa se rezó un Te Deum en agradecimiento al Altísimo por el feliz alumbramiento del Príncipe y por la continuidad de la Dinastía Legítima; acabado lo cual se cantó una Salve a la Virgen María y se procedió a un acto de imposición de cruces de la Real Orden de la Legitimidad Proscrita.

El acto prosiguió su itinerario con la celebración de la Comida de Hermandad en el restaurante Noray, en el interior de las Reales Atarazanas de Barcelona. Escasamente pudieron las amplias y suntuosas instalaciones del restaurante acoger a los cientos de congregados entorno a la figura del reclamante carlista del Trono de las Españas, la Reina su esposa y el Príncipe.


Antes de que los comensales procedieran a la degustación de los primeros platos que se comenzaban a servir, S. M. C. Don Carlos Javier dió un encendido y emotivo discurso que se centró en la esperanza dinástica, la importancia de los cambios políticos en dirección a una mayor participación popular, y los preocupantes movimientos masivos migratorios que azotan Europa.

Acabado el discurso y tras la extensa ovación de todos los presentes, pasó brevemente el protagonismo a la excelente cocina del Restaurante Noray, que hizo las delicias de los comensales con su exquisita selección de platos gourmet a presupuesto sorprendentemente asequible, para tratarse de una comida de genuino lujo con los Reyes de España.
Algunos de los presentes más distinguidos, aprovecharon para leer al público mensajes de quienes se hallaban ausentes en el acto mas presentes con el corazón, así como discursos de agradecimiento a la Familia Real y de enaltecimiento de las virtudes del Carlismo, que también se llevaron su nutrida ración de aplausos.

Mientras la mayor parte de los asistentes seguían en el restaurante al calor de la amistad que entre sí profesan casi por pura inercia los miembros del pueblo carlista, Don Carlos Javier, Doña Ana María y el príncipe Carlos Enrique abandonaban el recinto para regresar a su residencia, nuevamente escoltados por su guardia compuesta por requetés selectos de entre el pueblo carlista, para tan honroso servicio.

Un día en el que se ha hecho historia. La Dinastía Carlista ha predicado con el ejemplo su cercanía a sus leales, su voluntad de diálogo y su permanencia en los ideales que levantaron las banderas de la Tradición española desde 1833. En la españolísima Barcelona, una mañana para la que los metereólogos pronosticaban las lluvias que Dios ha tenido a bien aplazar, para honrar Su nombre y dar a la España leal y tradicional la continuidad de la Monarquía Católica.




Cortesía de Dña. Begoña Pacheco
(Monroy, Cáceres)

2 comentarios:

  1. Duques de Parma agentes de la usurpación.
    Viva el Rey Legítimo!
    Viva S.M.C. Domingo I!

    Comunión Carlista Carloctavista.

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  2. Duques de Parma agentes de la usurpación.
    Viva el Rey Legítimo!
    Viva S.M.C. Domingo I!

    Comunión Carlista Carloctavista.

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