Nosotros creemos y defendemos la doctrina de
espiritualización y superposición de vínculos nacionales y que responde a la
práctica federativa de los siglos cristianos. Así se fundó nuestra Patria
española y, consecuentemente, así defendemos nuestros ayuntamientos, Reinos y
sus fueros.
Muchos de nosotros somos euroescépticos y creo que ello se
debe a la deriva que la actual Unión Europea ha tomado. Ésta comenzó siendo la
Europa de los ciudadanos, se transformó en la Europa de los comerciantes y
actualmente es la de los financieros, banqueros y oligarcas capitalistas. Pero
hay una realidad que se impone, que va en una dirección y que no podemos
cambiar. ¿Qué podemos hacer o qué podemos aportar los carlistas a esta Europa?
Creo que, tal como decía en el párrafo primero, este proceso de
integración que vivió y conformó la unidad de España y su identidad debe de
considerarse un proceso siempre abierto; al final de este proceso, estaría como
vínculo de unión para todos los europeos la unidad superior y última de la
Cristiandad, libre de toda modalidad y contingencia humana. No olvidemos que el
mismo Papa Francisco, cuando habló en Estrasburgo a los parlamentarios europeos
a inicios de este año de 2015, explicó con toda claridad que la actual crisis
que vivíamos era consecuencia principal de que Europa había abandonado la
tradición cristiana que la conformó.
Creo que los carlistas podemos aportar una gran riqueza a
este proceso, así expuesto, y que sólo nosotros conocemos. De esta manera el
proceso que a esa unión llevara habría sido, no la imposición de una parte
(vemos que son los políticos sin contar con los ciudadanos europeos y a sus
espaldas - en una nueva versión del Despotismo Ilustrado-, y obedeciendo a los
banqueros, capitalistas y oligarcas quienes están haciendo la Unión Europea)
sino una libre integración o federación vista por todos los pueblos como cosas
propia y que para nada anularía las anteriores estructuras nacionales.
Esto es, como nosotros muy bien conocemos,
un proceso semejante al que en España condujo a la unidad nacional. La ascensión hacia ese logro
debería, por otra parte, marchar al unísono con el progreso material –y exige-
el gobierno de cada vez más amplias extensiones y multitudes. En suma lo que
acabo de exponer no es sino el proceso medieval federativo y que en mi opinión
sigue estando vigente y válido.
Firmado: Jerónimo Merino
“El cura Merino”.
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